martes, 27 de diciembre de 2011

¿Debemos temer a Dios?


Cuando éramos niños teníamos cierto temor a nuestros padres, aunque ellos nos amaban y nos sustentaban, teníamos cierto temor de hacer algo malo, porque sabíamos que estaban dispuestos a implementar correctivos con nosotros.

En nuestro acercamiento o servicio a Dios, debemos también saber que Él es amor, pero también es justo, y que sus ojos contemplan todo lo que hacemos y al final impartirá su justicia sobre toda la tierra.

Algunas personas actúan mal mostrando que no tienen temor de Dios, con sus hechos dicen que no les importa aquel día cuando Dios juzgue todas las cosas, a esa actitud se le llama: tentar a Dios.

En esta vida podemos entonces vivir con estos 2 tipos de actitud: Una es el temor de Dios, y otra, el tentar a Dios. Con el temor de Dios, le reconocemos como el Juez y queremos agradarle; en la segunda actitud se pretende menospreciar Su Juicio y aún se le reta con nuestras acciones.

De estas 2 actitudes, la Biblia enseña que el temor de Dios es el principio de una vida sabia.

“Porque nuestro Dios es fuego consumidor.” ( Hebreos 12:29)

jueves, 22 de diciembre de 2011

berrinches infantiles


A veces quisiéramos que Dios nos contestara todas nuestras peticiones, y hasta nos hacemos como niños y nos enojamos si algo no lo hemos recibido. Normalmente, cuando esto pasa, es porque pedimos cosas temporales. No vamos a decir que son cosas malas, pero sí temporales.

Hay cosas temporales que también son buenas, sin embargo pasarán, y en un tiempo ya no estarán más con nosotros. No está mal que busquemos de Dios las cosas temporales, de hecho eso es lo que debemos hacer, pero a veces ponemos todo nuestra vida y afán en esas cosas, y aquí es en donde entramos en un dilema.

Las cosas temporales pasarán, y si nosotros pusimos nuestra vida o corazón en esas cosas, no tendremos un fundamento eterno. El Señor sabe que necesitamos las cosas temporales, pero no quiere que nuestra vida repose en ellas, porque pronto se irán o cambiarán.

Cuántas veces hemos visto que el amor de alguien se cambia en odio; o que el dinero de alguien pierde su valor para adquirir lo verdadero; o que una bella casa es el escenario de experiencias dolorosas; o que los títulos académicos no son suficientes para abrir puertas.

Las cosas temporales pueden ser útiles, pero no para siempre; tienen cierto valor, pero hay algo mejor que Dios siempre nos quiere dar: Un reino inconmovible:

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28)

El Señor Jesús dijo que primero busquemos este reino, porque aquello que es primero se convierte en “fundamento”, lo que es primero es en donde está nuestro corazón y nuestra vida, y después dijo que todo lo demás vendrá por añadidura.

Deja que el reino de Dios sea el primer asunto en tu vida, y todas las cosas, como dijo el Señor, vendrán por añadidura.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿A dónde se va el sonido?


Se dice que el sonido no se extinguiría si las paredes tuvieran ciertas características de elasticidad. Pero por lo general las ondas del sonido son absorbidas hasta dejar de ser perceptibles.

Y una vez que algún elemento absorbe el sonido, éste elemento se calienta, por la energía del sonido (es un calor también casi imperceptible).

Pero, ¿no es cierto que a veces las palabras quedan como absorbidas en nuestro corazón? Porque no son los elementos físicos, sino nuestra misma alma la que absorbe el mensaje de alguien. Tal parece que una cosa es la energía acústica, y otra cosa, la energía del mensaje.

¿Cuál es el mensaje que ha absorbido nuestra alma?, Sin importar cuál sea, la Biblia nos dice que Dios hablará aún, y removerá todo lo que es temporal, para entonces dejar lo que es eterno. Debemos pedir a Dios que hable a nuestra alma para que en ella quede lo Eterno, y sea quitado lo que nos quiso destruir.

“La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.

Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.” (Hebreos 12:26-27)

viernes, 16 de diciembre de 2011

Guerra… ¿santa?


Quizás muchos han pensado que se puede tener una religión, y con base en ella, causar algún daño a alguna persona, pero en el Cristianismo esto no tiene lugar en lo más mínimo.

¿Cómo se podría conciliar un Mensaje de Salvación con una tortura?, ¿cómo se predicaría la piedad mientras se golpea al que piensa diferente que tú?, ¿en dónde quedaría el amor al prójimo, o el respeto fundamental de la libre voluntad?

Pero la verdadera iglesia de Jesucristo, sólo se avoca a lo que Él mismo mandó: “Prediquen el Evangelio”, “hagan discípulos”, “amen a su enemigo”, “arrepiéntanse”, “crean”.

Sin embargo, para los que de una u otra manera escuchamos el Evangelio, debemos estar sensibles de lo que esto significa.

El Evangelio es el mensaje de salvación. Es el mensaje que se predica desde aquella cruz. Es el mensaje de Dios para nosotros, anunciado por Aquel Predicador de las regiones de Israel, Aquel que siendo inocente murió por todos nosotros.

El Evangelio es la Voz que conmueve los cielos y la tierra para llegar a nosotros, que nos dice que es tiempo de arrepentirnos, de volver a una real amistad con Dios por medio de la fe en el Hijo, mensaje que nos dice que Dios no tomará en cuenta nuestros pecados pasados, porque todo ha sido ya pagado.

El Evangelio es la oportunidad de Dios para nosotros, no la nuestra para Él. Por darnos este Mensaje, muchos han dado sus vidas, sus lujos, sus posesiones, pues ¿qué importancia tiene esta Palabra anunciada?

Tiene toda la importancia para cada uno de nosotros, la Biblia nos muestra que nuestras almas dependen de la aceptación o rechazo del Evangelio, y no de otras cosas, no de ritos, no de unirnos a una denominación, no de dar dinero, no. Sólo de recibir el Mensaje de Dios predicado en la Cruz. Por esto el Señor Jesús dijo: “arrepentíos y creed al Evangelio”.

Ningún seguidor de Cristo te deberá lastimar en lo más mínimo, pero antes de rechazarlo, mira lo que este Mensaje significa para ti. 

“Mirad que no desechéis al que habla (Jesucristo). Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.” (Hebreos 12:25)

jueves, 15 de diciembre de 2011

Te recomiendo una audio-Biblia


Tuve una agradable experiencia: descargué en mi teléfono  celular la Biblia de “You Version” y me di cuenta que el Nuevo Testamento está también en Audio y con algo de ambientación.

Escuchar el Sermón del Monte fue muy especial, algo así como tener a un Consejero yendo por el camino contigo. Francamente, te recomiendo escuchar la Biblia, el sitio es: http://es.youversion.com/

Pero también puedes conseguir una Biblia en audio de algún otro sitio, lo que sí creo es que te debes dar la oportunidad de escuchar el mensaje de la Biblia de forma narrada. Ahora es un privilegio que tenemos, pues antes, cuando Dios le dio la Ley a Moisés, Dios habló a viva voz delante del pueblo, pero todos estaban temblando por la Santidad de Dios, los truenos, y la conmoción de la tierra.

Ahora, la Biblia dice que Dios nos ha hablado por medio del Hijo (Jesús), y Su Mensaje y Santidad ahora son a nuestro favor, es un Mensaje de Gracia y reconciliación, es tener la oportunidad de ir por el camino con el mejor Consejero: El Señor Jesús. 

Date la oportunidad de escucharle en el camino o en tu casa.

Del tiempo de la Ley, la Biblia dice:

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
Porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; 21. y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando,

Pero de este tiempo, la Biblia dice:

Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” Hebreos 12:18-24

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un mal negocio


“Una tarde, en el transcurso de una corrida que presenciaban Picasso y su amigo Eugenio Arias, un picador le brindó la faena a don Pablo (Picasso), lanzándole su sombrero. Picasso se lo devolvió con un dibujo que había improvisado durante el transcurso de la misma.

Más tarde, al finalizar el espectáculo, el picador le comentó a Eugenio Arias, que uno de los toreros que intervenían en la fiesta le había ofrecido, nada más y nada menos, que cincuenta duros por su sombrero. Arias le aconsejó que lo recuperara porque había hecho un muy mal negocio.

Años más tarde, se volvieron a encontrar Arias y el picador, y éste le agradeció efusivamente el consejo que Arias le había dado en aquella ya lejana oportunidad, ya que gracias a la venta del "famoso" sombrero había podido comprarse una casa."

Muchos de nosotros, no nos damos cuenta de lo que tenemos en Dios: Sus promesas, Su fidelidad, Su Salvación, Su Gracia, todo es para nosotros. Pero hay “interesados” que nos ofrecen llamativos dones por “toda nuestra herencia”. El asunto es que esos “dones” son irreales, y promesas que no se cumplirán.

Como buenos negociadores, no debemos perder toda la herencia actual y eterna que el Señor nos ha dado en Él. Debemos valorar lo que tenemos, no sea que después no lo podamos recuperar.

“No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.” (Hebreos 12:16-17)

lunes, 12 de diciembre de 2011

“Perdono, pero no olvido”


En el mensaje anterior vimos que, o desterramos el “enojo”, o el enojo eliminará toda posibilidad de una vida espiritual dichosa en nosotros.

Así que estamos viendo aspectos pequeños (y no pecados escandalosos) pero de gran impacto en nuestras vidas, estos son como las zorras pequeñas que echan a perder las vides. Ahora veremos otra “zorra pequeña”: La amargura.

Principalmente la amargura viene por no perdonar. En otras palabras, la amargura no viene por lo que nos hacen, sino por lo que no hacemos a tiempo (perdonar). 


A todos nos ofenden y nos han rechazado alguna vez, y... tenemos que reconocerlo, también nosotros hemos ofendido o rechazado a otros, pero la falta de perdón es lo que genera la raíz de amargura.

Las ofensas son como malas semillas depositadas intencionalmente en una tierra ajena, para que esa tierra se contamine y produzca espinos, así que nosotros debemos rápidamente sacar esas semillas que quisieron dañar nuestra tierra mediante el perdón.

El Señor Jesús habló una parábola de un hombre enemigo que sembró cizaña junto al trigo, y a veces eso pasa en nuestras vidas, que son sembradas por la Palabra de Dios, pero las ofensas que recibimos pretender también sembrar cizaña y dañar toda nuestra tierra.

En una playera leí este mensaje: “mantener la amargura es como tomar veneno, y esperar que alguien más se dañe”. Esto es verdad, hoy es tiempo de perdonar para que nuestro corazón sea una buena tierra, y de frutos que glorifiquen a Dios.

Recuerda! las frases como: "perdono, pero no olvido" ó "yo quien soy para perdonar", son formas de decir: No perdono. Mejor cuida tu corazón, y perdona con la ayuda del Señor Jesús, así como Él nos perdonó a nosotros, hazlo antes que broten las raíces.

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;” (Hebreos 12:15)

viernes, 9 de diciembre de 2011

Mi mal carácter


Parece increíble, pero muchas veces no le prestamos atención al mal carácter. Nos llaman la atención los pecados escandalosos (adulterio, fornicación, nos escandalizamos por las vestimentas de los adolescentes, etc.), pero no le ponemos atención al carácter.

Pero, ¿es el mal carácter algo a lo que Dios no le hace caso? Primero vemos que el mal carácter no está en un cristiano espiritual, pero sí podrían estar en los labios de un cristiano carnal.

El cristiano carnal, está en una etapa muy especial de su vida, porque o alcanza las riquezas de la vida espiritual  o se estanca en una vida sin dicha. Pues un cristiano que vive en la carnalidad, sufre al encontrarse en dos mundos a la vez.


Todos pasamos por esta etapa, y es aquel momento cuando nuestro enemigo más cercano (nuestro “yo”) nos zarandea y nos lleva de un lugar a otro. El cristiano carnal sufre, como Pablo llega un momento que dice: “¡MISERABLE DE mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”, pero después habla de pasar de la vida carnal (yo), a la espiritual (Cristo).

Pero si yo creo que soy cristiano, y no sufro por mi carnalidad, tendría que preguntarme: ¿soy verdaderamente cristiano?, ¿he nacido de nuevo?, ¿está mi nombre escrito en los cielos? O soy un congregante por fuera.

Así que el mal genio, puede estar un tiempo, pero no por mucho, pues tarde o temprano se quitará si soy cristiano, porque si soy verdaderamente cristiano, la agonía por mi carnalidad me llevará a tomarme más de Cristo para vencer mi “yo” y que viva Cristo en mí.

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:14)

jueves, 8 de diciembre de 2011

Iniciando bien... terminando mal

Hay una frase que decimos en México: “lo que mal empieza, mal termina”, y tiene algo de razón. Pero para muchos cristianos, también se puede empezar bien y terminar mal, esto se debe a lo que pasa en el camino.

La Biblia nos dice que muchos salieron de Egipto, pero no todos entraron al reposo de Dios, pues algo les pasó cuando caminaban el desierto, que quedaron postrados (pues no tuvieron fe para seguir). 

Un día, iniciamos la vida cristiana por fe, y así también debemos seguir. Debemos ver siempre a Cristo en la cruz, llevando ahí nuestras culpas, pecados y debilidades. Pero no debemos alejarnos de la Cruz de Cristo porque ahí está toda nuestra victoria.

Si Cristo es nuestro “Camino” entonces, pase lo que pase, sea noche o día, estés de buen ánimo o no, siempre debes estar unido a Él, viéndolo a Él, debemos permanecer entregándole toda preocupación y anhelo con sinceridad, y caminar confesando Su victoria, Su perdón, y Su reino; esta es la forma de caminar con Cristo. Si lo dejamos de hacer podemos exponernos a engaños que nos detendrán en el camino, pero si lo hacemos constantemente, perseveraremos en victoria.

“Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.” (Hebreos 12:12-13)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

¿Por qué llego a estar en grandes tristezas si soy cristiano?


Para responder a esta pregunta, tenemos que recordar a aquel apóstol Pedro, llorando amargamente aquella madrugada cuando negó al Señor delante de la gente. Sí, podría haber muchas razones, excusas, etc., pero lo cierto es que Pedro, el seguidor de Cristo, lloró amargamente.

También Pablo admite grandes sufrimientos, y no sólo él, sino que cada seguidor de Jesucristo pasa por aflicciones que agobian su alma, y muchas de ellas vienen al ver nuestra condición tan pobre para glorificar a Jesucristo.

Otras aflicciones vienen de fuera, del trato de la gente, o de las circunstancias cuando no corren a nuestro favor, así que tenemos que reconocer que la angustia o la tristeza muchas veces vienen sobre nosotros de una forma que es difícil echarlas fuera.

Sin embargo, en medio de las tristezas, la Biblia nos dice que el Consolador, el Espíritu Santo enviado por Jesucristo, estará con nosotros todos los días, sí los buenos y los malos días. Su Presencia en nosotros es lo único que hace posible que en la tristeza esté el gozo del Espíritu. No es necesario que hagamos grandes esfuerzos para que el Espíritu Santo esté con nosotros, pues Él nos ama, y es promesa de Cristo Su Presencia constante.

“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” (Hebreos 12:11)

martes, 6 de diciembre de 2011

¿Cuál es la verdadera santidad?


“Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste (nuestro Dios) para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.” (Hebreos 12:10)

Alguien diría que la respuesta a esta pregunta depende en su totalidad de a quién le preguntes. Algunos dirán que la santidad consiste en no maquillarse, otros manejarán medidas para el vestuario, otros dirán que son los ritos, otros harán de la santidad un círculo elitista, otros que es la corbata, etcétera, etcétera.

Sin embargo la santidad según la Biblia tiene que ver principalmente con la Presencia de Dios, pues sólo Él es Santo. Así que somos santificados en la medida que vivimos en la Presencia de Dios, y esto inicia desde que le pedimos al Hijo de Dios que venga a morar en nuestro corazón.

Al ser entonces nosotros hijos de Dios, por la fe en Cristo, también somos disciplinados por Dios, para que participemos de Su Santidad, es decir, somos instruidos, y (aunque no nos guste) también somos corregidos por Él, a fin de que participemos de la santidad de Dios.

No olvides que la santidad empieza de dentro hacia fuera, y no al revés, así que no nos ayudará mucho fingir los días domingos, o delante de ciertas personas, mejor busquemos la verdadera comunión con Dios, en una oración personal, humilde y sincera, lo cual no despreciará Dios. 

Nuestra familia espiritual


Por un lado, todos nosotros tenemos una familia de sangre: nuestros papás, nuestros hermanos, los esposos, los hijos, los familiares o parientes. Este es nuestro círculo más cercano, ellos son con los que tenemos proyectos juntos, o padecemos o nos alegramos juntos, son nuestro principal soporte en momentos difíciles.

Pero la Biblia ahora nos muestra una nueva familia: esta es la familia espiritual. En donde primeramente, Dios mismo, es el Padre de todos aquellos que reciben a Su Hijo en su corazón, y en donde todos los demás somos hermanos.

El Señor Jesús le dijo a Nicodemo que le era necesario nacer de nuevo. Esto es, Nicodemo necesitaba ser hijo de Dios, y necesitaba ser parte de la familia de la fe. También la Biblia nos dice que hay gozo en el reino de los cielos cuando un pecador se arrepiente, pues ha nacido un nuevo hombre, en la familia espiritual, que es la iglesia.

Cuando al Señor Jesús le dijeron que su madre y sus hermanos le buscaban, Él declaró que su madre y sus hermanos son todos aquellos que oyen la Palabra de Dios y la hacen, pues nos estaba enseñando la vida y realidad la familia espiritual.

Cuando el Señor Jesús resucitó, se apareció a María, y le dijo: “... No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis HERMANOS, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” (Juan 20:17) 

Hemos leído que Dios se nos revela en la Biblia como “El Padre de los espíritus”, pues los hijos de Dios, no son engendrados de carne y sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Como cristianos debemos comprender nuestra nueva familia, y nuestra posición de hijos y de hermanos. No somos más, ni si quiera debemos dejar que nos digan: Rabí (Maestro), sino sólo hermanos, y Cristo es nuestro Maestro.

Nuestra familia carnal es muy especial, pero en los cielos nos veremos todos como una familia espiritual, por medio de Cristo, por esto es la urgencia del Señor Jesús con Nicodemo: “Te es necesario nacer de nuevo”. 

Esta urgencia debe estar presente para nosotros  y nuestros familiares. Para que gocemos de estar en la Casa del Padre, como hijos, como quienes le han pedido al Hijo de Dios que venga a nuestros corazones a morar por toda la eternidad. ¡Alabamos a Dios por su Adopción en Cristo Jesús!

Juan 1:12 dice: Mas a todos LOS QUE LE RECIBIERON, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.