Cuando éramos niños teníamos cierto temor a nuestros padres,
aunque ellos nos amaban y nos sustentaban, teníamos cierto temor de hacer algo
malo, porque sabíamos que estaban dispuestos a implementar correctivos con
nosotros.
En nuestro acercamiento o servicio a Dios, debemos también
saber que Él es amor, pero también es justo, y que sus ojos contemplan todo lo
que hacemos y al final impartirá su justicia sobre toda la tierra.
Algunas personas actúan mal mostrando que no tienen temor de
Dios, con sus hechos dicen que no les importa aquel día cuando Dios juzgue todas
las cosas, a esa actitud se le llama: tentar a Dios.
En esta vida podemos entonces vivir con estos 2 tipos de actitud: Una
es el temor de Dios, y otra, el tentar a Dios. Con el temor de Dios, le
reconocemos como el Juez y queremos agradarle; en la segunda actitud se
pretende menospreciar Su Juicio y aún se le reta con nuestras acciones.
De estas 2 actitudes, la Biblia enseña que el temor de
Dios es el principio de una vida sabia.
“Porque nuestro Dios es fuego consumidor.” ( Hebreos 12:29)
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