Aunque se quiera callar esa voz, siempre estará presente diciéndonos que un día daremos cuenta de nuestros actos.
Y no encontraremos buenas obras que logren enmudecer la noción de justicia, ni un asunto que nos distraiga indefinidamente:
“El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” (Génesis 9:6)
Puesto que nuestro Creador estableció la justicia, no nos libraremos nunca de ella, pero también dispuso la misericordia, concediéndonos que Su Hijo pagara nuestro castigo, y que así, creyendo en Él, nuestra deuda sea pagada por la eternidad.
Sólo así, viviremos en completo descanso del alma, hasta presentarnos delante de Él.
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16:31)
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