viernes, 9 de diciembre de 2011

Mi mal carácter


Parece increíble, pero muchas veces no le prestamos atención al mal carácter. Nos llaman la atención los pecados escandalosos (adulterio, fornicación, nos escandalizamos por las vestimentas de los adolescentes, etc.), pero no le ponemos atención al carácter.

Pero, ¿es el mal carácter algo a lo que Dios no le hace caso? Primero vemos que el mal carácter no está en un cristiano espiritual, pero sí podrían estar en los labios de un cristiano carnal.

El cristiano carnal, está en una etapa muy especial de su vida, porque o alcanza las riquezas de la vida espiritual  o se estanca en una vida sin dicha. Pues un cristiano que vive en la carnalidad, sufre al encontrarse en dos mundos a la vez.


Todos pasamos por esta etapa, y es aquel momento cuando nuestro enemigo más cercano (nuestro “yo”) nos zarandea y nos lleva de un lugar a otro. El cristiano carnal sufre, como Pablo llega un momento que dice: “¡MISERABLE DE mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”, pero después habla de pasar de la vida carnal (yo), a la espiritual (Cristo).

Pero si yo creo que soy cristiano, y no sufro por mi carnalidad, tendría que preguntarme: ¿soy verdaderamente cristiano?, ¿he nacido de nuevo?, ¿está mi nombre escrito en los cielos? O soy un congregante por fuera.

Así que el mal genio, puede estar un tiempo, pero no por mucho, pues tarde o temprano se quitará si soy cristiano, porque si soy verdaderamente cristiano, la agonía por mi carnalidad me llevará a tomarme más de Cristo para vencer mi “yo” y que viva Cristo en mí.

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:14)

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