jueves, 22 de diciembre de 2011

berrinches infantiles


A veces quisiéramos que Dios nos contestara todas nuestras peticiones, y hasta nos hacemos como niños y nos enojamos si algo no lo hemos recibido. Normalmente, cuando esto pasa, es porque pedimos cosas temporales. No vamos a decir que son cosas malas, pero sí temporales.

Hay cosas temporales que también son buenas, sin embargo pasarán, y en un tiempo ya no estarán más con nosotros. No está mal que busquemos de Dios las cosas temporales, de hecho eso es lo que debemos hacer, pero a veces ponemos todo nuestra vida y afán en esas cosas, y aquí es en donde entramos en un dilema.

Las cosas temporales pasarán, y si nosotros pusimos nuestra vida o corazón en esas cosas, no tendremos un fundamento eterno. El Señor sabe que necesitamos las cosas temporales, pero no quiere que nuestra vida repose en ellas, porque pronto se irán o cambiarán.

Cuántas veces hemos visto que el amor de alguien se cambia en odio; o que el dinero de alguien pierde su valor para adquirir lo verdadero; o que una bella casa es el escenario de experiencias dolorosas; o que los títulos académicos no son suficientes para abrir puertas.

Las cosas temporales pueden ser útiles, pero no para siempre; tienen cierto valor, pero hay algo mejor que Dios siempre nos quiere dar: Un reino inconmovible:

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28)

El Señor Jesús dijo que primero busquemos este reino, porque aquello que es primero se convierte en “fundamento”, lo que es primero es en donde está nuestro corazón y nuestra vida, y después dijo que todo lo demás vendrá por añadidura.

Deja que el reino de Dios sea el primer asunto en tu vida, y todas las cosas, como dijo el Señor, vendrán por añadidura.

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