martes, 6 de diciembre de 2011

Nuestra familia espiritual


Por un lado, todos nosotros tenemos una familia de sangre: nuestros papás, nuestros hermanos, los esposos, los hijos, los familiares o parientes. Este es nuestro círculo más cercano, ellos son con los que tenemos proyectos juntos, o padecemos o nos alegramos juntos, son nuestro principal soporte en momentos difíciles.

Pero la Biblia ahora nos muestra una nueva familia: esta es la familia espiritual. En donde primeramente, Dios mismo, es el Padre de todos aquellos que reciben a Su Hijo en su corazón, y en donde todos los demás somos hermanos.

El Señor Jesús le dijo a Nicodemo que le era necesario nacer de nuevo. Esto es, Nicodemo necesitaba ser hijo de Dios, y necesitaba ser parte de la familia de la fe. También la Biblia nos dice que hay gozo en el reino de los cielos cuando un pecador se arrepiente, pues ha nacido un nuevo hombre, en la familia espiritual, que es la iglesia.

Cuando al Señor Jesús le dijeron que su madre y sus hermanos le buscaban, Él declaró que su madre y sus hermanos son todos aquellos que oyen la Palabra de Dios y la hacen, pues nos estaba enseñando la vida y realidad la familia espiritual.

Cuando el Señor Jesús resucitó, se apareció a María, y le dijo: “... No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis HERMANOS, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” (Juan 20:17) 

Hemos leído que Dios se nos revela en la Biblia como “El Padre de los espíritus”, pues los hijos de Dios, no son engendrados de carne y sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Como cristianos debemos comprender nuestra nueva familia, y nuestra posición de hijos y de hermanos. No somos más, ni si quiera debemos dejar que nos digan: Rabí (Maestro), sino sólo hermanos, y Cristo es nuestro Maestro.

Nuestra familia carnal es muy especial, pero en los cielos nos veremos todos como una familia espiritual, por medio de Cristo, por esto es la urgencia del Señor Jesús con Nicodemo: “Te es necesario nacer de nuevo”. 

Esta urgencia debe estar presente para nosotros  y nuestros familiares. Para que gocemos de estar en la Casa del Padre, como hijos, como quienes le han pedido al Hijo de Dios que venga a nuestros corazones a morar por toda la eternidad. ¡Alabamos a Dios por su Adopción en Cristo Jesús!

Juan 1:12 dice: Mas a todos LOS QUE LE RECIBIERON, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

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